A lo largo de este relato, el autor, armado con la destreza que otorga el oficio literario y el conocimiento cercano de China, recrea y despliega, como los antiguos rollos pictográficos, la vida de la ciudad y sus habitantes a la luz de la crisis causada por la epidemia que, como un ensueño de Zhuangzi, traspasa los linderos de la realidad y la sensatez. La epidemia y la superstición han sido dos presencias permanentes en la historia china que, bajo el rigor del eterno deambular del yin y yang, acuden con regularidad al mundo y al imaginario de esa sociedad.