La creciente percepción que se tiene de una educación fallida en México no sólo se debe a las profundas estructura burocráticas que impone la Secretaría de Educación Pública, sino también, y de manera más preocupante, a la idea generalizada que los mexicanos tienen acerca de que los profesores y las autoridades no han podido actuar de manera correcta en el diseño de programas y estrategias adecuadas para crear un modelo pedagógico propio. Esta preocupación no ha sido un tema nuevo, pero a partir de las últimos sexenios se ha convertido en una discurso noticioso, pues los mexicanos se enfrentan a una educación que en todos sus niveles está en situación alarmante, tanto por la falta de atención y financiamiento por parte de las autoridades como por su desarrollo histórico. Esta problemática dio origen al proyecto colectivo que el lector tiene en sus manos, resultado del trabajo desarrollado por los integrantes del Área de Investigación “Educación, cultura y procesos sociales”, desde una visión multi e interdisciplinaria. Desde la sociohistoria en particular se enfatiza el análisis de los procesos sociales que se articula a eslabones de interacción recíproca entre los sujetos y los fenómenos educativos. A partir de ello, los autores estudian las divergencias entre los principios de la educación, su organización y su función real, con las discrepancias que afectan de manera directa la edificación del propósito educativo y el desempeños de sus operadores directos y gestores.