La reflexividad no es consecuencia de la modernidad ni, por lo tanto, de occidente; es constituyente del proceso histórico de las sociedades, de los pueblos y las personas; su emergencia obedece a procesos históricos, situacionales, socialmente heterogéneos y complejos de la experiencia personal. No es un proceso aislado sino colectivo. La reflexividad es la operación cognitiva, emotiva, corporal, originada en las vivencias cotidianas, que permite considerar conscientemente la coerción social y los constreñimientos que impone y, al mismo tiempo, dispone de capacidad para historizar lo que se suponía como “natural”.
Las narrativas creadas por jóvenes investigadoras que se reúnen en este libro tienen que ver con una forma de desarrollar la reflexividad y construir conocimiento. Estas jóvenes mujeres configuran su propia historia en una visión dual que abarca el abordaje de la perspectiva de género y/o del feminismo, con los aspectos que atañen a la construcción de diferentes etapas en su propia vida, así como su aproximación al trabajo investigativo. Las vivencias que en este libro fluyen y se enlazan, constituyen muestras de cómo retejer comunidad, confeccionando puentes de domesticidad feminizados para la vida pública. Al expresarse, las investigadoras proponen un ejercicio de mutuo apoyo y respuesta de ellas hacia las mujeres de las comunidades o de los grupos en estudio a los que se han acercado. Asimismo, los escritos aquí reunidos revelan una parte fundamental del quehacer antropológico: la práctica de la escucha y el ejercicio de la palabra.