En este poemario el autor ofrece una propuesta lírica de indudable fuerza y transparencia. El número diez, cifra asignada a la perfección, y el canto que asume el título, parecen indicar una actitud proclive a una especie de “reencantamiento del mundo”, dado el uso del verbo poético en tanto celebración general de la vida, aun en sus expresiones más inmediatas y cotidianas.