En este poemario, el autor –apoyándose en la figura legendaria de la bruja– procura la diversidad de tonos, ya oscuros, ya luminosos, a fin de narrar metafóricamente su encuentro con una hechicera. Ella misma da aire a la hoguera, olvidando tal vez que no pocas de sus hermanas han muerto de esa manera. Sobre ellas, "ceniza fatua" o "polvo enamorado", siempre sopla una brisa de silencio.