La ciudadanía y los jóvenes son temas que han sido objeto de los más inflamados discursos políticos que buscan justificar lo injutificable. Son temas que inauguran la era del cinismo político. El Estado evidencia cada vez más su incapacidad para cubrir las funciones que le dieron origen, y como consecuencia los jóvenes hoy viven una realidad sin futuro; la población aumenta y las oportunidades disminuyen. Más allá de discursos y del orden jurídico, la realidad que viven es avasalladora: viven en un mundo en proceso de cambios vertiginosos producidos por el fenómeno de la globalización y la tecnologización. Todo proceso es temporal; sin embargo, parece que estamos ante un hecho de la fatalidad que ha llegado para quedarse y que está provocando desesperanza creciente y una tendencia hacia la renuncia de la vida por parte de este sector importante de la población mundial. También habrá que señalar que hay niveles; el fenómeno es mas acuciante en los países llamados emergentes y seguramente será ahí, en los eslabones más débiles, donde la tensión acumulada termine por hacer añicos el endeble equilibrio social y la seguridad que tanto trabajo cuesta ya preservar.