Frecuentemente los valores son abordados por los valores mismos; de esa manera se consideran sólo los síntomas de la enfermedad, pero no la causa. Las diferentes crisis en los distintos espacios de la vida social, entre ellas los valores, se generan no sólo por una visión mecanicista y fragmentada del mundo, sino fundamentalmente por la pobreza espiritual y el nivel de conciencia en que nos encontramos. Se puede tener una concepción integral del Universo, pero lo único que nos permite congruencia es el conocimiento de nuestra naturaleza divina, desplegada en espiritualidad. Los valores esenciales suponen una revolución interior de revelación, y cuando nos sabemos Uno con el Todo, nuestras prácticas, comportamientos y actitudes corresponden con esa visión integral. La espiritualidad entendida como estado de conciencia de unidad y síntesis con uno mismo, con los otros y con la realidad trascendente, que implica reintegración con los distintos niveles de totalidad, como arte de reconciliación con las energías primordiales y desapego de las formas defensivas y reactivas del yo, es la base de los valores esenciales y universales.