Deseos de comunidad, de Antonio Moreno, no se propone la tarea de meramente inventariar las obras mexicanas que perfilen la perdición del contrato social. Como los cartógrafos de Borges, cuyo mapa del reino termina inevitablemente siendo el reino en sí, semejante inventario habría sido, poco menos, el de toda la extensión de la narrativa mexicana contemporánea, lo cual sería un panorama profundamente desolador. Ocurre todo lo contrario: Moreno, si escribe contra el trasfondo de una ideología de la grandeza mexicana proporcionada por el triunfalismo de la Revolución y del compacto discurso del PRI que se empeñó en hacerlo efectivo a lo largo de ocho décadas, pretende usar el universo existencial de marginados e intersticiales para retratar interpretaciones alternativas en aras de lograr una vida comunitaria en México más allá del triunfalismo oficialista y las devastaciones de la experiencia que alienta. Los textos aquí traídos a colación forman parte de una lista de lecturas imprescindibles de la narrativa mexicana contemporánea, especialmente en lo que a una narrativa que sea franca y honesta, en forma analítica y crítica, respecta. Se trata de una producción cultural dura, y aun más en el caso de la violencia visual que depara el filme Amores perros (2000), de Alejandro González Iñárritu. Lejos de ser textos amenos y agradables, a pesar de la evidente calidad artística que transparentan, son obras que dan cuenta de los momentos críticos de la vida contemporánea, pero que también ejemplifican, como dice Moreno, “la oportunidad de las negociaciones culturales”.